sábado, 11 de diciembre de 2010

Fábula del Caballero

Un caluroso día de Abril de 2011, un muchacho llamado Alberto se internaba en la boca de la primera estación de la línea cinco de metro de Madrid. En ella, una persona mayor, de unos 75 años,esperaba el metro con la camiseta blanca del equipo contrario. Se pusieron a hablar del partido y de los respectivos equipos:
-Señor, ¿cómo puede ser de ese equipo que lleva tantos años de sequía?
El hombre le contestó con una bonita fábula:
-¿Que por qué? Hijo, tu eres muy joven para sospechar siquiera lo que es mi club, pero intentaré explicártelo:
Había una vez un hombre rico que lo había sido toda su vida debido a su esfuerzo y dedicación en el oficio. En la misma entidad, había un empleado de rango menor, que tenía sus logros sí, pero le tenía envidia al rico. Hubo una época en la que el hombre rico tuvo algún tipo de problema económico, familiar y sobre todo en el trabajo. El otro hombre, valiéndose de su astucia, y también de su buen hacer, aprovechó el momento y subió poco a poco hasta ser el mejor de la empresa. Estuvo un tiempo ahí, pero perdió su prestigio debido a su prepotencia y regodeo sobre los demás empleados demostrando , que no era un caballero.
Transcurrido un tiempo, el buen hombre superó sus problemas y pudo volver a ascender y ascender hasta ocupar el mejor puesto, el que le correspondía, y otra vez el otro hombre volvió a ser un gran empleado, pero no el mejor.
-Ésto es por lo que soy fan de mi equipo desde hace más de 70 años, porque habremos podido tener malos tiempos, pero nunca hemos dejado de ser un club señor.
Alberto se había quedado pasmado por lo bien que había hablado aquel buen hombre:
-Entiendo señor, pero no me lo creeré hasta que lo vea con mis propios ojos.
-Algún día lo verás, hijo- le contestó el hombre.


Tres horas más tarde, Alberto iba contento, ya que su equipo había ganado, pero también lleno de admiración hacia aquel señor, ya que al finalizar, todo el estadio se había puesto en pie y había aplaudido al equipo rival. Encontró al señor unos metros más allá. Éste le vio, le sonrió, y se perdió entre la muchedumbre.
Un niño que estaba en el metro cuando Alberto y el hombre discutían, le gustó mucho la fábula e hizo estos versos:

Si trabajas con esfuerzo y humildad,
más que los demás conseguirás